Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


651
Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 17 de julio de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Respuesta al Sr. Vildósola y Sr. Nocedal
Número y páginas del Diario de Sesiones 106, 2.781 a 2.783
Tema: Diputación foral de Vizcaya

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Voy a contestar en breves palabras al Sr. Vildósola y creo que satisfactoriamente para los dos, porque le voy a demostrar que todo lo que ha hecho el Gobierno en aquellas provincias, sobre todo en la de Vizcaya, ha sido para favorecer los fueros, en favor de los fueros y en bien de los fueros; y como S. S. es tan fuerista, me parece que vamos a acabar recibiendo yo las gracias que me va a dar S. S.

Hubo, no recuerdo precisamente la época, una sublevación carlista en Vizcaya. S. S. sabe que empezó con alguna pujanza, pero sabe también que precisamente en los momentos en que estalló la conspiración, cuando los sublevados estaban en el campo, los diputados forales no estaban en su puesto porque fueron llamados y no acudieron. Y sabe S. S. también que la importancia que tenía aquella sublevación consistía en que las fuerzas que tenía a su disposición la Diputación habían salido con los sublevados, en que el jefe de aquellas fuerzas, nombrado por la Diputación, era el jefe que estaba con los sublevados; que esas fuerzas que habían tomado parte en la sublevación habían sido concentradas y reunidas de orden de la Diputación; que los diputados forales, cuando esto sucedía, no se hallaban en su puesto; y cuando el gobernador, como corregidor de Vizcaya, llamaba a los diputados forales para defender los fueros de la provincia, los diputados no acudieron. Resultado, que se encontró el corregidor de Vizcaya, el más interesado en sostener los fueros, el representante del señorío de Vizcaya, con que los diputados forales habían arrojado los fueros por el suelo, y que, al parecer, si no combatían a España combatiendo la legalidad existente, habían abandonado sus puestos. (Un Sr. Diputado: Estaban en ellos.) Pues entonces hicieron lo posible para que no aparecieran. Resultado, que esos diputados forales aparecieron complicados en la causa de conspiración y rebelión; y como en aquellos momentos era preciso atender a la necesidad urgente y apremiante de defender los fueros, el corregidor de Vizcaya destituyó naturalmente a los diputados forales que así habían abandonado sus puestos en el día del peligro, y los sustituyó con otros.

¿No se pudo hacer esto? Yo creo que sí: yo creo que sí, porque esto es lo que se ha hecho otras veces; porque los diputados segundos son para suplir a los primeros en sus faltas, ausencias y enfermedades, mientras los primeros existen; pero en el momento que los primeros desaparecen; desde el momento que ni son primeros, ni enfermos, ni comerciantes, ni nada, en este caso, los segundos no pueden suplir, y hay que nombrar otros nuevos. Y esto es lo que se ha hecho siempre; y yo establecí este precedente, porque me pareció que había de ser agradabilísimo a los que piensan como S. S.; venía este precedente del último señor, como ha dicho S. S. de Vizcaya, del último Rey de los españoles, queme parece a mí que si ese señor ha sido el último Rey de los españoles, y si S. S. se conforma con eso, yo le digo a S. S. que yo también me conformo con que el que Ie siga sea Rey como lo ha sido ese.

Ya ve S. S. que estamos completamente de acuerdo; S. S. se satisface con que D. Carlos V haya sido Rey de España. (El Sr. Vildósola: Señor de Vizcaya.) Señor de Vizcaya, que es el Rey de España; y yo digo: Carlos V, ¿ha sido Rey? Pues yo no tengo inconveniente en que Carlos llamado el VII sea Rey de España como lo ha sido su abuelo llamado el V. Pues bien; S. S., aunque es fuerista y es natural de aquel país, no está bien enterado de la historia; y para contarnos lo que allí ha pasado, ha vacilado, y por fin, a dejado de decir la mitad; y aquí tengo yo unos datos que guardaba para semejante ocasión, porque yo tengo un arsenal para los carlistas, y apenas un carlista se levanta, apelo yo a este arsenal; yo ahora he apelado a él porque le tengo aquí.

No voy a ocuparme de esto detenidamente, pero el resultado es que el alcalde corregidor destituyó a los diputados forales que habían abandonado sus puestos en el momento de más peligro, nombrando otros en su lugar. Se dice que debieron haber sido sustituidos con los segundos, apelando a lo que se ha hecho en otras ocasiones. Eran diputados primeros los Sres. D. Pedro Pascual Uhagon por el bando Oñacino, y D. Fernando de Zabala por el Gamboino; y segundos, D. Juan Bautista de Anitúa y D. Mariano de Eguía. Sabido es que tuvieron que abandonar el puesto por liberales el año 33, sin que les salvara para ser encerrados en un calabozo, al menos el Sr. Uhagon, padre del que ha sido Diputado y compañero nuestro, el ser diputados generales y el haber sido elegidos por la Junta de Guernica. Sustituyeron a estos los Sres. Marqués de Valdespina y Batiz, Diputado. Como se ve, los diputados segundos eran D. Juan Bautista de Anitúa y D. Mariano de Eguía. Ninguno de estos señores reemplazó, pues, a los primeros; pero como si esto no bastara, se posesionó D. Carlos llamado el V de una parte de aquellas provincias que fue donde más dominó; allí tenía su gobierno y su Diputación foral, que nombró él a su capricho, con la circunstancia de que los nombró contra todo fuero, porque los elegidos fueron un D. Juan José de Miguel, cura de Marquina, y D. Manuel de Grandaida, cura de Garrabezua, curas los dos; siendo así que los curas para estos casos son comparados a los tamborileros, y ningún elector, durante la época electoral, puede hablar con ningun cura, bajo una multa y privación del derecho electoral durante aquellas elecciones. De manera, que no sólo no son elegibles, sino que se les priva del derecho electoral y de comunicarse con nadie durante [2.781] esos actos. ¡Tal es el miedo que se tenía en las Provincias Vascongadas a los curas! No sé si con razón o sin ella.

Por consiguiente, si no podían ser electores ni aún podían hablar con estos durante el período electoral, ¿cómo aquel titulado Rey se atrevió a quebrantar el fuero sustituyendo a los diputados generales elegidos por la Junta de Guernica con unos curas que no podían ser electores ni elegibles? Posteriormente se reemplazó a estos curas con otros que no lo eran, pero que tampoco tenían derecho para ejercer ese cargo.

Pero dice S. S. que las circunstancias eran muy distintas, porque entonces había guerra, y no se podían reunir las juntas de Guernica. Pues por la misma razón ha hecho el Gobierno lo que ha hecho ahora; pues aun cuando las circunstancias no fueron exactamente iguales, ahora se trataba de diputados elegidos por la Junta de Guernica que no han correspondido a la altísima misión que estas les habían confiado, puesto que nada hicieron para impedir una guerra civil.

Por consiguiente, la cuestión está en si el Gobierno o sus representantes han hecho mal o no en separar a esos dos diputados; porque lo demás está resuelto.

Se dice que a los primeros debieron reemplazar los segundos, siendo así que estos sólo se eligen para suplir sus faltas, pero no para sustituirlos definitivamente; y si el titulado Carlos V no pudo hacer que los diputados fuesen elegidos por las juntas de Guernica, porque había guerra nosotros, aunque no nos hayamos encontrado en ese caso, no hemos podido tampoco hacerlo porque esas juntas tienen marcado un período para celebrarse, y hay que esperar a que llegue ese plazo, siguiendo todo entre tanto en un estado provisional. Los Diputados no han sido elegidos por la Junta de Guernica; pero lo han sido por quien puede hacerlo cuando los elegidos por esas juntas faltan a sus deberes y atropellan las leyes. Los fueros se están comprometiendo, se están uniendo con otra causa, con la causa de un partido que puede considerarse perdida; se lo advierto a S. S., que es muy fuerista y a todos los demás que puedan serlo, para que no mezclen la causa de los fueros con esa otra, porque se exponen a que los fueros sigan la misma suerte que esa causa, que no tiene nada que ver con los fueros, y que es una causa, como he dicho, completamente perdida. Aguardemos, pues, a que llegue la época de la reunión de las juntas de Guernica para que elijan esos diputados. Si yo hubiera podido adelantar esa época la hubiese adelantado; tanto más cuanto que los mismos diputados elegidos tienen vivísimo empeño en ser nombrados por la Junta de Guernica, y están haciendo un sacrificio que el Gobierno les agradece, y que deben agradecerle igualmente aquellas provincias, toda vez que ellos desean salir pronto de la situación en que se encuentran, habiendo aceptado esos puestos sólo para defender los fueros en momentos de peligro. ¿Qué han de hacer ahora? ¿Se van a sus casas dejando abandonados todos los asuntos? De ningun modo; y aquellas provincias deben agradecerles el acto de patriotismo que están ejecutando.

Pero entre tanto, ¿qué se hace? S. S. propone que vuelvan los separados, o que se les reemplace con los segundos, a los segundos con los terceros, y así sucesivamente. Todavía hay otro medio, y es el que a esos diputados los reemplacen Ios del bienio anterior; pero ¿en qué fuero ni en que ley está establecido ni este sistema ni el de S. S.? (El Sr. Nocedal: En el Reglamento de 1.854, aprobado por el Gobierno.) Pero allí se habla de ausencias y de enfermedades, no del caso en que los diputados falten a sus deberes, abandonando sus puestos en el momento del peligro. Ese caso no se ha dado, y si se ha dado, se ha hecho lo mismo que ahora hace el Gobierno, nombrar otros Diputados generales.

Pero, ya nombrados, ¿qué vamos a hacer? Yo sé lo que procedía, lo que hace con un ayuntamiento que se le destituye, se sustituye con otro, y este otro continúa hasta que el sufragio viene a nombrar o elegir ayuntamiento; pues bueno: se han nombrado unos diputados generales nuevos, hasta que el sufragio, en las Provincias Vascongadas, el sufragio del fuero, venga a sustituir esta falta; como yo no podía alterar la época de la elección en Guernica, no se pudo hacer más que lo que se ha hecho; pero continúan, y deben continuar, hasta que las juntas de Guernica elijan otros, y esto es lo más natural y lógico y menos dado perturbaciones; pues el mal está hecho, no tiene remedio, vamos a subsanarle como se subsana eso, por las leyes y fueros, ¿cómo? Esperando a, que la Junta se reúna en la época, según fuero, y nombre la Diputación foral. Por lo demás, si la Junta de Guernica, o la Diputación foral, tiene medios de que la Junta de Guernica se pueda reunir antes yo no tengo inconveniente, y es más los diputados que hoy ocupan sus puestos desean dejarlo cuanto antes, y que entren los que la Junta de Guernica decida que hayan de administrar o que hayan de venir.

Yo no sé si por las circunstancias extraordinarias por que se pasaba hubiera podido apresurarse la reunión de las juntas de Guernica; pero yo temí que la provincia de Vizcaya hubiera podido ver en eso un ataque a sus fueros, si no se hubiera hecho, porque eso era lo que procedía; pero yo, respetuoso a las leyes y fueros, no me he atrevido a apresurar la reunión de las juntas de Guernica.

Resulta, pues, que lo que ha hecho el Gobierno allí ha sido en favor de los fueros y por los fueros, y el gobernador de Vizcaya, volviendo por los fueros y sólo por los fueros, cuando los diputados forales los abandonaron, nombró personas conocidamente fueristas, y que por último, han de seguir desempeñando esos cargos, que tomaron, naturalmente, en momentos de peligro para aquella provincia, hasta que la Junta de Guernica, que creo cumpla con su deber, y al fin y al cabo deberes de gratitud tienen a los pueblos, elijan a los dos diputados generales que aceptaron en momentos de peligro un puesto tan importante y que libraron a los pueblos del gran cataclismo que la insensatez de unos y la imprudencia de otros pudo producir.

Por lo demás, S. SS. insisten en que la provincia está mal con esa Diputación foral, y es un error muy grande; si no excitaran a esas provincias, escribiendo y diciéndolas que están mal, y si S. SS. escribiesen lo contrario, nadie se acordaría de si los diputados forales eran los elegidos por la Junta o los nombrados por el corregidor; pero aun escribiendo lo que escriben y diciendo lo que dicen, aquella provincia continúa muy bien y deseando que pase el verano sin que haya nada para poder coger la gran cosecha que coge de forasteros, y que Ios carlistas les están perjudicando hasta el punto de que dos o tres años que la ha podido coger se la han privado los carlistas, que son para Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra mucho peores que la langosta para los campos; porque la langosta destruye la cosecha del labrador, y los carlistas en las Provincias Vascongadas hacen huir a los viajeros que van a aspirar las frescas brisas de aquel país; y dejen Ios carlistas [2.782] que continúen tranquilos los que están allí durante los veranos, y permitan al país coger esa gran cosecha, y no alteren la gran tranquilidad que allí se disfruta.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL